Los papiones o babuinos hamadryas (Papio hamadryas) pertenecen a la familia de los cercopitécidos. Esta especie de primate habita en zonas semidesérticas, sabanas y áreas rocosas del cuerno de África, en los territorios actualmente ocupados por Djibouti, Eritrea, Etiopía, Somalia, Sudán, así como en las zonas más orientales de la península arábiga. Los papiones fueron domesticados en el antiguo Egipto, donde llegaron a ser adorados como un dios menor (Babi) y conocidos como los “babuinos sagrados”. Quizá por este motivo, siempre se ha considerado que la presencia de los papiones al otro lado del mar Rojo es relativamente reciente y debida a su traslado por seres humanos.
La investigadora Gisela Kopp (Instituto para la Investigación de Primates de Leibniz) ha liderado a un equipo interesado en realizar un estudio sobre las relaciones genéticas entre los papiones que viven a un lado y al otro del mar Rojo. La hipótesis de partida contempla la posibilidad de una introducción tardía de los papiones en la península arábiga. Si la hipótesis fuera correcta no se detectarían diferencias genéticas apreciables entre las dos poblaciones, considerado que el tiempo transcurrido desde su domesticación es prácticamente despreciable. Podemos preguntarnos sobre el interés de este trabajo para las investigaciones en evolución humana. En principio, la investigación pudo carecer de trascendencia para nosotros, pero los resultados fueron sorprendentes. Tanto es así que han merecido su publicación en la revista Journal of Human Evolution, quizá una de las más importantes en nuestro ámbito científico.
Los resultados sugieren que la especie Papio hamadryas colonizó la península arábiga hace entre 130.000 y 12.000 años. Además, algunos ejemplares de la población de Arabia regresaron a su lugar de origen en África. Estos resultados señalan un paso franco por el estrecho de Bab el-Mandeb entre los actuales estados de Djibouti y Yemen. Es evidente que los babuinos no se habrían aventurado a cruzar una franja marina de no haber habido un puente continental para ello. Los descensos del nivel del mar durante las épocas glaciales habrían permitido ese paso franco, lo mismo que pudo suceder con las poblaciones de nuestra especie.
En efecto, en la última década se ha debatido sobre la posibilidad de que nuestra especie hubiese dejado África mucho antes de lo que se había postulado a partir de las fechas obtenidas en yacimientos europeos. Los neandertales fueron una barrera demográfica muy potente en el Corredor Levantino, donde se ha podido detectar la presencia de miembros de nuestra especie en el yacimiento de Qafzeh, con una antigüedad de más de 100.000 años años. Sin embargo, la llegada de Homo sapiens a Europa no sucedió hasta hace poco más de 40.000 años.
En la península arábiga existen evidencias arqueológicas (yacimiento de Jebel Faya, en Omán) de la posible presencia de nuestra especie hace más de 100.000 años, mientras que el yacimiento de Zhirendong, en el sur China propone la presencia de Homo sapiens hace 110.000 años. Los datos se acumulan y van reforzando la hipótesis de la colonización de Eurasia por nuestra especie a través de Bab el-Mandeb, quizá a través de tierra firme en momentos concretos de finales del Pleistoceno Medio. Aunque de momento no existen fósiles humanos en yacimientos del sur de la península arábiga, de manera inesperada los papiones parecen ofrecer respuestas a nuestras preguntas sobre la primera expansión de nuestra especie por todo el planeta.
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