Una amable seguidora de la arqueología y la evolución humana me preguntaba hace unos días si uno de los carteles de la magnífica y renovada exposición del Museo Arqueológico Nacional de Madrid tenía un error. Ese cartel se refería a alguno de nuestros ancestros, que se clasificaba como alguna de las especies de “hominino”. La perplejidad de nuestra protagonista está perfectamente justificada, porque este término se usa desde hace poco tiempo en círculos científicos, sustituyendo al que todos hemos conocido y utilizado en los últimos años: “homínido”.
La razón del cambio reside en que ahora tenemos mucha más información para clasificar a los seres vivos y a los ya extinguidos. La clasificación de los seres vivos ha ido cambiando a través de los años a medida que descubrían miles de nuevas especies y se replanteaban las relaciones entre todos ellas. La anatomía de estas especies, su forma, costumbres, fisiología, etc. han ayudado a mejorar las clasificaciones, sin olvidarnos de algo tan importante como sus correspondientes genomas. La genética no ha podido ayudar en el caso de las especies extintas, de las que solo se encuentran sus restos fosilizados. No obstante, la paleontología también ha experimentado un avance impresionante en las última décadas gracias a cientos de nuevos hallazgos y a la impresionante mejora en las técnicas de estudio.
La superfamilia Hominoidea incluye tres familias, de las que dos tienen representantes actuales: los Hilobatidae (gibones y todos sus ancestros) y los Hominidae (gorilas, chimpancés, y humanos y todos nuestros ancestros). En otras palabras, los gorilas y los chimpancés también son homínidos. Pero como nos empeñamos en distinguirnos de nuestros parientes vivos más cercanos, hemos creado la tribu de los Gorillini y la tribu de los Hominini. En esta última (homininos) no ha quedado más remedio que incluir a las dos especies de chimpancés, bonobos y chimpancé común y todos sus ancestros, y a los humanos y todos nuestros ancestros, desde que nos separamos del linaje de los chimpancés hace unos seis millones de años. Para rizar el rizo, aún distinguimos las subtribus Panina (chimpancés) y Hominina (humanos).
Como pueden ver tanto la persona que preguntó sobre este asunto como todos los lectores, a los científicos nos gusta complicarnos la vida. Así que mi recomendación sería mantener la denominación “homínidos” para nuestra especie y todos nuestros antepasados extinguidos: ardipitecos, parántropos, australopitecos….Con esta decisión no dejaríamos de reconocer nuestra similitud genética con gorilas o chimpancés, con los que compartimos una historia común y muchos genes. Muchos más de los que pensábamos hace unos años.
Queridos/as lectores/as, ha llegado el momento de la despedida. Este es el último post del…
No resulta sencillo saber cuándo y por qué los humanos comenzamos a caminar erguidos sobre…
Cada cierto tiempo me gusta recordar en este blog nuestra estrecha relación con los simios…
Tenemos la inmensa suerte de contar en nuestro país con yacimientos singulares del Cuaternario. Muchos…
Hace ya algunas semanas, durante una visita al Museo de la Evolución Humana de Burgos,…
Hoy se cumplen 210 años del nacimiento de Charles Darwin. Me sumo a los homenajes…