Finalizada la temporada de excavaciones se demuestra una vez más la dificultad para encontrar fósiles humanos en los yacimientos europeos. Un hallazgo importante, que solo ha tenido eco en los medios de Francia, nos ha mostrado de nuevo la presencia de poblaciones humanas en Europa hace algo más de medio millón de años. Entre la especie Homo antecessor de la sierra de Atapuerca (850.000 años) y las poblaciones de la segunda mitad del Pleistoceno Medio (hace unos 400.000 años) existe un vacío muy notable de fósiles humanos.
El yacimiento de la cueva de Arago (Tautavel, Francia) puede considerarse como uno de los más importantes de Europa. Después de 50 años de trabajo en este lugar, bajo la dirección del matrimonio Henry y Marie Antoinette de Lumley, se ha recuperado una colección extraordinaria de herramientas de piedra, fósiles de un gran número de vertebrados y más de 150 fósiles humanos. Durante buena parte del Pleistoceno Medio las poblaciones de homininos ocuparon un valle privilegiado y perdido del sur de Europa, situado a los pies de los Pirineos. La presencia de grupos humanos en esta cueva pudo ser continua durante todo el Pleistoceno Medio (780.000-120.000 años). Si fuera así, podría llenarse un vacío que se resiste a la búsqueda de lugares apropiados.
No parece sencillo apostar por la presencia de humanos en Europa durante el período que va de 600.000 a 800.000 años. En este lapso de tiempo se sucedieron varios períodos de frío muy intenso, que dejó congeladas la mayor parte de las tierras europeas. Las penínsulas del sur pudieron ser el único refugio para los humanos de entonces. Yo no apostaría por la desaparición completa de grupos humanos, aunque los registros arqueológico y paleoantropológico no juegan a favor de esta hipótesis. La llegada a tierra europeas de una nueva tecnología (achelense), ideada en África un millón de años antes, y la presencia cada vez más frecuente de yacimientos demostrando la presencia de humanos diferentes tanto en su morfología como en comportamiento a Homo antecessor, abogan por una sustitución más que por la continuidad. Esto no significa que las poblaciones de Homo antecessor desparecieran por completo. Sin embargo, es muy probable que su número quedara drásticamente reducido por los fríos intensos de finales del Pleistoceno Medio.
La cueva de Arago podría darnos alguna respuesta. De momento, este verano se ha localizado un diente humano muy gastado en niveles de unos 550.000 años de antigüedad, que casi igualan la cifra de 600.000 años atribuida a la mandíbula de Mauer. Quizá estos dos fósiles pertenecieron a individuos de la población que sustituyó a Homo antecessor. Si los miembros de esta especie persistieron en refugios del sur de Europa nada se opone a pensar en que hibridaran con los recién llegados y su genoma quedara absorbido y diluido en la nueva población europea.
Después de 50 años de excavaciones, la cueva de Arago todavía tiene mucho que decir sobre estas cuestiones. Su privilegiada situación en un valle cerrado quizá pudo ser uno de los escasos refugios para la diversidad del Pleistoceno Medio de Europa durante la glaciaciones que asolaron Europa durante casi 200.000 años.
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