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El título de este post es la traducción literal del inglés de un artículo publicado por mis colegas Jordi Agustí y Xavier Rubio en la revista Quaternary International.
Es muy curiosa la fascinación que nos provocan los Neandertales. He tenido ocasión de leer decenas de artículos científicos sobre ellos, muchos de los cuales ofrecen hipótesis diversas sobre su extinción. Algunas hipótesis han sido descartadas por las evidencias en contra, mientras que otras permanecen a la espera de datos contradictorios o información que las avale.

Fuente: actualidad.rt.com.

Agustí y Rubio nos ofrecen un nuevo capítulo de este debate, basado en un modelo teórico. De acuerdo con evidencias muy numerosas de yacimientos europeos, los Neandertales practicaban el canibalismo (Krapina, Combe-Grenal, Zafarraya, El Sidrón, etc.). Mientras, parece que los humanos modernos llegados a Europa no tenían esa práctica en su cultura gastronómica. Por supuesto, la hipótesis de Agustí y Rubio sería rechazada de inmediato caso de encontrase casos de canibalismo en las poblaciones de Homo sapiens del Pleistoceno Superior. La pregunta que me suscita esta o cualquier otra hipótesis es la siguiente. Sabemos que los humanos modernos se expandieron fuera del continente africano hace al menos 120.000 años por el estrecho de Bab el-Mandeb, entre los actuales estados de Eritrea y Yibuti (en África) y Yemen (en la península Arábiga). En cambio, el paso de las poblaciones de nuestra especie por el Corredor Levantino hacia Eurasia estuvo detenido durante 60.000 años ¿Tan potentes eran los Neandertales?

Por supuesto. Las evidencias arqueológicas nos han mostrado a una especie con capacidades cognitivas muy notables, capaces de una cultura tan desarrollada o más que la de las primeras poblaciones de nuestra especie  ¿Qué sucedió pues para que, finalmente, las tribus de Homo sapiens se abrieran camino hacia Europa? Quizá nunca tengamos una respuesta de consenso. Los Neandertales estaban bien adaptados a las condiciones cambiantes del hemisferio norte, mientras que nosotros procedíamos de un clima cálido. Es por ello que pudimos expandirnos por latitudes más meridionales atravesando la estrecha franja del sur del mar Rojo. Pero el paso hacia el norte estuvo vedado a nuestras posibilidades. Parece que tuvimos descendencia fértil con los Neandertales en la regiones del Corredor Levantino. Algunos genetistas apuntan la posibilidad de que tomáramos prestados algunos de los genes de los Neandertales para poder colonizar el hemisferio norte. Un dato ciertamente muy interesante.

En nuestra especie también se conocen muchos casos de canibalismo, y no solo por necesidad. El canibalismo pudo ser un factor importante a tener en consideración, pero no el único. En mi opinión, la desaparición de los Neandertales fue multifactorial. Las poblaciones de nuestra especie pudieron tener una tasa de crecimiento demográfico superior a la de los Neandertales. Una vez que nos adaptamos a las condiciones del hemisferio norte, ese mayor crecimiento pudo ser suficiente para apropiarnos de los territorios más ricos para la obtención de recursos. Los Neandertales habrían retrocedido poco a poco hasta terminar encajonados en las penínsulas europeas. Si el canibalismo formaba parte de su repertorio cultural o si se vieron abocados a ello por necesidad, este factor habría contribuido a su extinción. El modelo de Agustí y Rubio resulta concluyente para este factor. Pero los modelos son teóricos y no necesariamente incluyen todos los datos. Seguro que muchos se nos escapan. Como reflexión final, los humanos del siglo XXI seguimos reproduciendo lo que sucedió hace 40.000 años. Si tenemos ocasión de eliminar competidores, aunque sean de nuestra propia especie, lo hacemos sin mayores escrúpulos. Nuestra historia reciente está repleta de “limpiezas étnicas” vergonzosas.