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Quiero dedicar un sencillo homenaje a la figura de Miguel de la Quadra Salcedo, a quién tuvimos oportunidad de conocer en 2001. Su estancia en los yacimientos de la sierra de Atapuerca, unos de lugares claves de la Ruta Quetzal de aquel año, nos dejó un gratísimo recuerdo.

El deseo de vivir, conocer y transmitir acompañó siempre la vida de Miguel de la Quadra, que siempre miró de frente a las dificultades e incluso a la muerte. Miguel nos ha dejado, pero no cabe duda que se llevó una mochila cargada de recuerdos y vivencias imborrables. Su vida transcurrió de manera intensa, gastando cada minuto de su existencia en momentos de emoción. Se apaga una vida, que sin duda habrá iluminado el camino a decenas de personas a las que conoció y animó a pelear por sus ideales. El mensaje que puede aportar de Miguel de la Quadra a las generaciones jóvenes con su ejemplo vital no es otro que el de la capacidad de tirar siempre hacia delante, por más que las dificultades aparezcan como una alta montaña difícil de escalar. Descanse en paz.