Entre 1994 y 1996 un sondeo arqueológico de seis metros cuadrados realizado en el nivel TD6 del yacimiento de la cueva de la Gran Dolina, en la sierra de Atapuerca, permitió encontrar un conjunto extraordinario de fósiles humanos. Se habían localizado resto humanos más antiguos de Europa hasta ese momento. Tras un estudio minucioso, en 1997 publicamos en la revista Science la diagnosis de la nueva especie Homo antecessor. Su antigüedad podía estar en torno a los 800.000 años. En 2007 se repitió el hallazgo en TD6, después de excavar una superficie adicional de unos 12 metros cuadrados. Las dataciones de TD6 se han ido repitiendo con métodos distintos, por equipos científicos diferentes. La mayoría de los resultados han coincidido y la antigüedad del yacimiento ha quedado establecida en alrededor de 850.000 años.
Como es bien conocido, los restos humanos de TD6 tienen claras evidencias de canibalismo. La mayor parte de los huesos están rotos en pedazos. Las marcas de corte y los golpes realizadas con herramientas de piedra son muy frecuentes. Todo ello con la intención a aprovechar al máximo la carne y la grasa de aquellos infortunados humanos. Sin embargo, los trozos de hueso y los dientes se conservaron durante miles de años en un estado admirable. Es más, llama la atención el hallazgo de dos escápulas infantiles (en estudio). Una de ellas perteneció a un niño o niña de unos tres años. La pared de la escápula es tan fina, que no pudo ser separada del sedimento por los procedimientos tradicionales y su investigación se está llevando a cabo de manera digital en la pantalla de un ordenador. El hueso ha sido separado de las arcillas endurecidas después de realizar una tomografía del conjunto. Las escápulas de homininos anteriores al millón de años son tan escasas, que se cuentan con los dedos de las manos. Es solo un ejemplo de la increíble conservación de los restos de Homo antecessor.
Junto a los fósiles de Homo antecessor se han encontrado unas 300 herramientas de piedra y varios centenares de restos de mamíferos, tan troceados como los humanos. Las primeras investigaciones del nivel TD6 mostraron la existencia de varios subniveles, y que al menos dos de ellos contenían restos humanos. Este hecho, añadido a las investigaciones arqueológicas, llevó a la conclusión de que hace más de 800.000 años hubo al menos dos campamentos de Homo antecessor en el interior de la cueva de la Gran Dolina.
Sabiendo que la excavación en extensión (unos 80 metros cuadrados) del nivel TD6 no tardará en producirse, hace algo más de tres años se puso en marcha una tesis doctoral (Isidoro Campaña) para realizar un estudio sumamente detallado de los diferentes niveles geológicos del yacimiento de Gran Dolina. La futura excavación de TD6, que comenzará seguramente en la campaña de 2021, tiene que ser modélica. Es posible que se obtengan centenares de restos de Homo antecessor y cualquier información sobre el yacimiento es fundamental. Por descontado, el estudio de la naturaleza y composición de los sedimentos, así como su origen y la formación de cada unos de los subniveles de TD6 es una tarea esencial. Las conclusiones de este trabajo guiarán a los arqueólogos durante el proceso de excavación.
Isidoro Campaña tiene por delante la ingente tarea de conocer el yacimiento de Gran Dolina como la palma de su mano. En 2018 defenderá su tesis doctoral y nos contará sus conclusiones. Algunas de las más importantes acaban de ser publicadas en la prestigiosa revista Scientific Reports del Grupo Nature. La parte media del nivel TD6 contiene los fósiles de Homo antecessor, junto con los de otros mamíferos y las herramientas de piedra. Esta parte de TD6 ha recibido la numeración TD6-2 y contiene nada menos que 13 subniveles de una complejidad extraordinaria.
El relleno de las cuevas por arcillas, limos, arenas o trozos de roca caliza es un proceso muy difícil de interpretar. Nada que ver con la sedimentación reposada en un lago o en los fondos marinos. Los sedimentos que colmatan las cuevas pueden resultar, por ejemplo, de la lenta decantación de partículas en pequeñas lagunas o de la rápida entrada de lenguas de barro tras una fuerte tormenta. El proceso es aleatorio y hasta diría que caprichoso. El ojo clínico de los geólogos es esencial para entender cada uno de los estratos. En el caso de TD6-2 la acumulación de los sedimentos se produjo al menos por tres tipos de procesos. La conclusiones de Isidoro Campaña apuntan a que la mayoría de los fósiles sufrieron un transporte, quizá de unos pocos metros, antes de reposar durante miles de años en el interior de la cueva. En otras palabras, el lugar donde acamparon los grupos de Homo antecessor pudo estar situado bien en el exterior de la cueva, bien en su entrada. Los restos encontrados en un punto concreto de TD6 estuvieron expuestos a la intemperie durante un tiempo muy breve, aunque la mayoría nunca vieron el sol. Todo apunta a la existencia de una o más ocupaciones en el portalón de la entrada de la cueva, donde se despiezaban y consumían las víctimas de las cacerías. El enterramiento de los huesos pudo ser muy rápido mediante coladas de barro, que se deslizaron varios metros hasta el interior de la cavidad. Es la única manera de explicar la maravillosa conservación de los huesos y el hecho de que algunas herramientas de piedra encajen entre sí. La superficie de los huesos únicamente nos muestra las alteraciones que sufrieron durante la desmembración y consumo de los cadáveres. Las características más finas de la superficie de los huesos pueden estudiarse incluso con microscopio electrónico.
Ahora sabemos que la distribución espacial de todos los huesos y las herramientas de piedra del nivel TD6-2 pudo ser motivada por procesos geológicos. Si esto es así, resulta muy complicado obtener conclusiones arqueológicas acerca de la distribución primaria de los restos en el campamento original, probablemente situado en la entrada de la cueva. La posible asociación de unos fósiles con otros para reconstruir la composición de los grupos humanos parece ahora una misión casi imposible. La lectura positiva es que poco a poco el nivel TD6 va desvelando sus secretos y que la futura excavación, cada vez más próxima, tendrá todas las garantías que ha de ofrecer una intervención del siglo XXI.
José María Bermúdez de Castro
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