Acabamos de conocer un nuevo e importante fósil humano, que se añade a la lista de ilustres ejemplares del Pleistoceno Medio de Europa. El arqueólogo Joan Daura ha liderado la publicación de este resto humano en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, USA, que ya presentó en el último congreso sobre Evolución humana de Europa, celebrado en septiembre de 2016 en Alcalá de Henares. Pero estábamos esperando una publicación más detallada, para conocer mejor al nuevo miembro de la familia. Finalmente, acabamos de conocer mejor los datos sobre este fósil.
El cráneo apareció en el karst de Almonda, no lejos de Lisboa, que se excava desde 1987. Los resultados habían sido muy prometedores, con el hallazgo de numerosos restos arqueológicos y paleontológicos del Pleistoceno Medio. Hace años tuve vagas noticias sobre el descubrimientos de industria achelense en alguno de los yacimientos de este karst. En el período de 1998-2002 los actuales responsables de la excavación comenzaron a explorar la cueva de Aroeira, uno de los varios lugares de interés del sistema kárstico de Almonda. El hallazgo de dos dientes humanos, junto a evidencias de industria lítica achelense y numerosos restos de diferentes especies de mamíferos reveló la importancia de la cavidad. Se publicó entonces un trabajo, que no tuvo ninguna trascendencia. En 2013 los responsables se decidieron finalmente a realizar dataciones del relleno de la cueva. Como resultado de estos trabajos encontraron la mitad derecha de un cráneo, al que le falta la mayor parte del maxilar y la mandíbula. Al parecer, nadie esperaba un hallazgo tan importante, por lo que una parte del cráneo fue deteriorada durante la obtención de las muestras. La dureza de los sedimentos, muy calcificados, complica la excavación y puede ocasionar desperfectos en los fósiles, literalmente cementados con el sedimento. Gajes del oficio.
A pesar de este contratiempo, lo realmente importante ha sido la recuperación de una parte sustancial del fósil y, sobre todo, la posibilidad de tener dataciones muy fiables. Precisamente, uno de los problemas más graves a los que se enfrentan los estudios sobre la evolución humana de nuestro continente es la dificultad para obtener buena fechas, que pongan en orden todos los hallazgos realizados hasta el momento. Esa falta de orden ha sido el origen de algunas hipótesis, que poco a poco están siendo rechazadas por el hallazgo de fósiles bien datados.
El cráneo Aroeira 3, como lo conoceremos de este momento, ha sido fechado con gran confianza y por tres métodos distintos entre 390.000 y 436.000 años y una fecha más fiable en torno a los 408.000 años. La precisión es admirable y se trata de uno de los mejores valores de este descubrimiento. Pero no es el único dato de interés. La presencia de industria achelense, con numerosos bifaces, y claras evidencias del uso del fuego confieren un valor añadido muy importante a este yacimiento.
El cráneo Aroeira 3, como sucede con todos los fósiles europeos del Pleistoceno Medio, nos muestra una mezcla de caracteres primitivos, junto a rasgos compartidos con los neandertales. Esa mezcla ha sido interpretada de varias maneras, aunque durante mucho tiempo se ha querido ver una evolución lineal desde ciertos humanos arcaicos hasta la definitiva aparición de los neandertales clásicos. Esta interpretación tan simple ha pasado por alto que el Pleistoceno Medio duró nada menos que 660.000 años y que durante ese tiempo pudieron suceder muchas cosas. Algunos restos contemporáneos, como los de Arago, Ceprano y Sima de los Huesos (y ahora Aroeira 3) muestran diferencias sustanciales, que no permiten asegurar su pertenencia a una población homogénea. Aunque todos ellos tienen un indudable “sello europeo” por el hecho de compartir caracteres que más tarde tuvieron los neandertales en todo su esplendor, parece claro que su morfología refleja algo más que su pertenencia a tribus diferentes. Recordemos, por ejemplo, que los restos de Arago, Sima de los Huesos y Aroeira se localizan en yacimientos relativamente muy próximos. Por ejemplo, el cráneo Aroeira 3 recuerda en muchos aspectos a los homininos de la Sima de los Huesos, pero en otros rasgos recuerda más a los fósiles de la cueva de Arago.
Por todo ello, cada vez cobra más fuerza la idea de que Europa fue colonizada durante diferentes momentos por grupos humanos, quizá procedentes de una misma región en el suroeste de Asia y con un origen común. Factores como la hibridación, aislamiento geográfico y deriva genética, extinciones puntuales, etc., han jugado sin duda un papel esencial en la variabilidad de los humanos del Pleistoceno Medio de Europa y dibujan un escenario muy complejo. Hemos de dar la bienvenida a un miembro más de la “familia europea”, que nos ayudará a ir conociendo lo que pudo suceder durante ese larguísimo período de tiempo.
José María Bermúdez de Castro
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