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El 23 de marzo de este año publiqué en este mismo blog un resumen de las últimas investigaciones sobre la especie Homo naledi. Expresé mi deseo de que pronto se obtuvieran fechas sobre la cronología de esta especie. Recordemos que la especie fue descrita en 2015 por Lee Berger y otros muchos colegas en la revista eLife, tras el estudio de más de 1.550 restos fósiles obtenidos en la cámara Dinaledi de la cueva sudafricana de Rising Star. El hallazgo fue totalmente casual y fue realizado por dos espeleólogos en una cavidad de acceso muy complicado. El yacimiento recuerda al de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca tanto por la gran cantidad de restos fósiles humanos como por el hecho de que ambas cavidades están relativamente lejos de las respectivas entradas actuales a la cueva principal. En el caso de la Sima de los Huesos, la distancia es de unos 900 metros, mientras que la cámara Dinaledi está a unos 90 metros de la entrada principal. Pero las dificultades para entrar en Dinaledi son mayores, dada la estrechez de la sima de acceso (unos 25 centímetros de diámetro, solo apta para cuerpos ágiles y muy delgados). La dinámica geológica en la formación de las cavidades cársticas puede explicar que la antigua entrada tanto a la cámara Dinaledi como a la Sima de los Huesos se hayan colapsado con el paso del tiempo.

Cámara Dinaledi, ubicada en la cueva Rising Star (Sudáfrica). Fuente: eLIfe

Pero existen algunas diferencias entre los dos yacimientos. Por ejemplo, en la Sima de los Huesos se han obtenido más de 7.000 restos fósiles humanos durante 40 años, reuniendo una colección fabulosamente conservada de la que se conoce la posición exacta y precisa de cada resto. En la cueva Dinaledi se han obtenido alrededor de 1.550 restos humanos en apenas unos meses. Las prisas por recuperar este tesoro paleantropólogico han recibido muchas críticas. Quizá se ha perdido información sobre el yacimiento, que nunca se podrá recuperar. Pero los fósiles humanos abren muchas puertas y procuran notoriedad a quienes los encuentran y estudian. No cabe duda de que Lee Berger tiene unas habilidades sociales indiscutibles. Las críticas por las prisas se han compensado con la reunión de un amplio equipo de expertos en todos los elementos esqueléticos, que han realizado estudios pormenorizados en un tiempo récord. Faltaba conocer la cronología, que acaba de ser publicada en la revista eLife.

Teniendo en cuenta las características morfológicas de los fósiles, cuya talla no superaba los 150 centímetros y cuyo cerebro era inferior a 500 centímetros cúbicos, las previsiones apuntaban a cronologías en torno a los dos millones de años. Ciertas similitudes con las especies Homo habilis, Homo ergaster y Homo rudolfensis, pero también con los australopitecos, han llevado a muchos expertos a especular con cronologías entre 2,5 y 1,5 millones años para Homo naledi.

Cráneo de Homo naledi. Fuente: Lee Berger

Sin embargo, desde el martes 9 de mayo sabemos que la cronología se sitúa entre unos 230.000 y un 330.000 años. La sorpresa ha sido mayúscula para toda la comunidad científica, porque se sale del guión. Cuando se conoció el hallazgo de Homo floresiensis y su increíble cronología se argumentó que aquellos enanos de cerebro diminuto representaban el resultado de un aislamiento prolongado durante miles de años en una isla del pacífico. Una especie casi de otro planeta en un “mundo perdido”, donde los miembros de nuestra especie pasaron de largo en su camino hacia el continente australiano.

Pero el caso de Homo naledi no puede explicarse de ese modo. Tenemos que conceder crédito a quienes han realizado los análisis (series del Uranio, termoluminiscencia y electro-spin-resonancia [ESR]). Uno de ellos (el Dr. Mathieu Duval) ha sido compañero mío durante varios años, hasta su fichaje por una universidad australiana. Su profesionalidad y buen hacer están fuera de toda duda. Los resultados de tres métodos coinciden en sus rangos, lo que da una notable robustez a los resultados. Esta misma opinión es compartida por los especialistas en geocronología

Puesto que las características de Homo naledi son más primitivas que las de las especies del género Homo de esa antigüedad tenemos necesariamente que llevar el origen de estos humanos hacia el Pleistoceno inferior, y acercarlo a especies como Homo habilis. Ahora bien, el sur de África no es ni una isla ni un “cul de sac”, donde una especie puede permanecer inalterada durante miles de años en un ambiente homogéneo, alejada de la competencia con otras especies. Homo naledi tenía manos con capacidad para la pinza de precisión y, por tanto, para fabricar herramientas con cierta habilidad. De momento no hay herramientas en la cámara Dinaledi, por lo que es imposible saber si esta especie las fabricaba. Y de haberlas elaborado, tampoco sabemos hasta donde llegaba su habilidad tecnológica. Homo naledi también conservó capacidades trepadoras, aunque los huesos de su esqueleto apendicular le permitieron caminar y correr por espacios abiertos. Finalmente, su dieta era omnívora como la cualquier otro hominino de aquella región. Salvo que las especies del género Homo se hubieran mantenido muy alejadas del territorio hoy en día ocupado Sudáfrica o que Homo naledi hubiera encontrado un paraíso perdido, como el que nos describen en ciertas obras cinematográficas, la datación de esta especie es difícil de conciliar con lo que sabemos de la evolución humana. ¿Quizá es que todavía sabemos muy poco?

Lee Berger sabía bien que esta cronología era posible y ya se había especulado con ello. Es más, Berger no estuvo muy de acuerdo con la calificación de “reliquia del pasado”, que la periodista científica Ann Gibbons utilizó en la revista Science en 2015 para referirse a Homo naledi. Si se confirman las dataciones, Homo naledi puede dar muchas pistas sobre el origen de Homo y no podría apartarse como una reliquia que ponemos en una vitrina para goce del visitante. En esto daremos la razón a Berger. Por supuesto, la datación de cualquier yacimiento es un programa continuo. Nunca hay que estar satisfecho con los datos ni dar por cerrado ese capítulo. Algunos responsables de yacimientos han cometido el grave error de conformarse con la primera datación que haya “cuadrado” con sus hipótesis, restando interés a los hallazgos.

Finalmente, la hipótesis de que los restos de Homo naledi fueron depositados de manera intencionada por otro humanos (cómo se ha propuesto para los homininos de la Sima de los Huesos) no gana en credibilidad con esta cronología. El hecho de que estos homininos sean mucho más recientes de lo que se pensaba no les confiere ninguna habilidad mental peculiar. Y mientras no haya evidencias que apoyen esta hipótesis solo podemos decir que los huesos estaban en la cámara Dinaledi por razones desconocidas. En cualquier caso, tendremos que reflexionar mucho a partir de este momento sobre la historia de la evolución humana. Esta vez si, podemos decir que tenemos que reescribir mucho de lo que se tenía por seguro en este ámbito científico.

José María Bermúdez de Castro