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Acaba de inaugurarse el sendero botánico de la sierra de Atapuerca. Desde hace años estamos empeñados en mostrar todas las excelencias que encierra este lugar privilegiado de la provincia de Burgos, en buena parte preservado por la presencia de una zona militarizada. Durante años, los yacimientos fueron casi inaccesibles por el peligro que suponía entrar en zonas donde se llevan a cabo prácticas militares, inocuas para la fauna y la flora. En la actualidad, conociendo los valores culturales de la sierra, una enorme parcela de terreno ha quedado liberada para el disfrute de todos. Puedo imaginar este territorio cerca de una gran ciudad. Ahora sería una de tantas urbanizaciones, y ciudades dormitorio que rodean esas ciudades en 50 o 60 kilómetros a la redonda.

Pero la suerte ha querido que muchos factores hayan coincidido en favor de este patrimonio. Se ha conservado uno de los lugares más importantes de Eurasia para estudiar la evolución humana y disfrutar del paisaje. Los campos de cereales rodean la Sierra, pero en su núcleo se encuentran todas las plantas silvestres que conocieron nuestros antepasados y de las que obtenían una parte de su alimento. El sendero botánico discurre entre los yacimientos para disfrute de los amantes de la naturaleza y de la cultura. Las plantas actuales denotan el clima mediterráneo de la sierra de Atapuerca, que reinó durante buena parte del último millón de años. Pero no fue siempre así. Durante las épocas glaciales, la sierra de Atapuerca y sus alrededores se cubría con la vegetación que hoy en día podemos ver a unos 1.500 metros de altitud, en la vecina sierra de la Demanda. Los acebos, fresnos, hayas y pinos crecían sin problema entre lagunas y praderas, donde las aves acuáticas obtenían su alimento, incluyendo las águilas pescadoras.

Imagen de un rincón del sendero botánico de la sierra de Atapuerca. Foto del autor.

En la década de 1980, la investigadora Mercedes García Antón realizó el único estudio del polen de la sierra (su tesis doctoral). La mala conservación del polen en los estratos de los yacimientos ha sido un hándicap importante para conocer los paisajes de la sierra de Atapuerca durante todo el Pleistoceno. A pesar de los años, sus resultados siguen vigentes. En la actualidad se utilizan métodos alternativos. La información de los climas del pasado nos llega a través del estudio de las especies de micro-vertebrados (anfibios, aves, mamíferos y reptiles), que tienen representantes actuales y cuya tolerancia climática es conocida. Su presencia en diferentes estratos de los yacimientos demuestra variaciones climáticas a lo largo del Pleistoceno ¿Qué sucedió con los humanos? ¿fueron capaces de superar esas variaciones climáticas y, en particular, las diferencias entre las temperaturas nocturna y diurna de la meseta Norte?

Siempre se ha defendido que las penínsulas del sur de Europa actuaron como zonas refugio durante las glaciaciones del Cuaternario. Algunos de los niveles estratigráficos de los yacimientos más importantes de la Trinchera del Ferrocarril carecen de fósiles e industria lítica. Nos preguntamos si se trata de momentos puntuales en los que las cavidades eran inaccesibles. Es una posibilidad, pero también cabe pensar que durante las épocas glaciales una altitud de 1.000 metros podía ser inapropiada para la vida de nuestros ancestros. Los humanos de entonces podrían haber tomado el camino de la cuenca del Ebro y emigrar hasta zonas más cálidas, cercanas a la costa mediterránea. Son preguntas que trataremos responder a medida que se excaven otros yacimientos, aún por descubrir.

Imagen del sendero botánico de la sierra de Atapuerca. Foto del autor.

Por el momento, la visita a la sierra de Atapuerca se enriquece cada vez más para los amantes del aire libre y la cultura. La entrada a la llamada Cueva Peluda es un nuevo aliciente para visitar la sierra de Atapuerca. Se trata de un programa piloto, que está teniendo mucho éxito. No me cabe duda de que pronto se abrirá de nuevo el acceso a la Cueva Mayor, que se recupera de los destrozos sufridos durante siglos de visitas incontroladas. Atapuerca se está transformado en un verdadero parque natural, donde se puede hacer deporte, al mismo tiempo que se puede aprender sobre la naturaleza y la prehistoria.

José María Bermúdez de Castro