Galicia no es tierra pródiga en yacimientos del Pleistoceno, por lo que la publicación de los resultados del estudio de los restos arqueológicos del yacimiento de Porto Maior es una novedad ciertamente importante. Este yacimiento se encuentra en el Concello de As Neves, en la provincia de Pontevedra, cerca de la ribera del río Miño y no lejos de la frontera con Portugal. El joven investigador Eduardo Méndez-Quintas, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH (Burgos) ha liderado una investigación sobre el registro arqueológico, que ha merecido su publicación en la prestigiosa revista Scientific Reports.
En este yacimiento se ha recuperado una acumulación extraordinariamente densa de artefactos de piedra atribuidos sin ningún género de dudas a la tecnología achelense. En pocos metros cuadrados se han obtenido cerca de 4.000 piezas fabricadas sobre todo en cuarcita y cuarzo procedentes de varios niveles arqueológicos. Abundan los bifaces, pero también hay hendedores y picos, las tres herramientas características del achelense. La datación ha sido realizada por los geocronólogos Mathieu Duval (ESR), Lee Arnold y Martina Demuro (luminiscencia), que desafortunadamente y por diferentes motivos, dejaron de pertenecer hace casi cinco años al CENIEH. Por suerte, seguimos contando con su colaboración, pues no solo dejaron huella de su paso por el CENIEH, sino varios proyectos en marcha. El rango temporal de los niveles arqueológicos de Porto Maior se ha estimado entre casi 300.000 y 200.000 años.
Este rango sorprende por el hecho de que es en esa época cuando ya se ha establecido la nueva tecnología que caracteriza no solo a los neandertales europeos, sino a otros grupos humanos de la misma época en África y el resto de Eurasia. Es por ello que los autores del artículo apuestan por la presencia en Europa por al menos dos grupos humanos distintos, una hipótesis que se viene proponiendo desde hace más de un par de décadas por el hallazgo de una biodiversidad compleja en el registro de fósiles humanos, como ya hemos contando en diferentes ocasiones en este mismo blog.
Además, Porto Maior nos muestra una acumulación de herramientas poco habitual y los arqueólogos que firman el artículo en Scientific Reports vuelven a proponer la vieja hipótesis de la entrada de la tecnología achelense por el estrecho de Gibraltar. La casi ausencia de herramientas achelenses en la parte más oriental de Europa supone un reto a la hipótesis de la entrada de esta tecnología por el camino más lógico. Los humanos siempre se han movido desde el suroeste de Asia hacia Europa. De hecho, nosotros somos “herederos genómicos” de las últimas migraciones del Neolítico desde el llamado Creciente Fértil. El achelense se ideó hace más de 1,7 millones de años en África, llegó al Corredor Levantino hace un millón de años y aún tardaría otros 500.000 años en entrar en Europa, previsiblemente por el Este, o tal vez no. Son cifras que marean, pensando que hoy en día la tecnología se propaga a velocidad supersónica gracias las comunicaciones instantáneas.
El sur de Europa es pródigo en yacimientos con tecnología achelense. La península Ibérica posee yacimientos muy importantes con tecnología achelense, de norte a sur, de este a oeste y ahora también en Galicia. El aspecto de las herramientas achelenses ibéricas recuerda a las africanas, por lo que no resulta extraño que los arqueólogos se decanten por mantener viva la hipótesis de una entrada por Gibraltar. Sobre esta hipótesis ya publiqué un texto en este mismo blog, el 29 de mayo de 2014, por lo que no repetiré algunos de los argumentos que siempre me han hecho dudar de esta posibilidad. Aparte de las dificultades que entraña la travesía por el Estrecho, aún durante los importantes descensos del nivel del mar (más de 100 metros) durante las épocas glaciales, está por resolver la falta de similitud biológica entre las poblaciones del norte de África y las europeas. Desafortunadamente, existen pocos lugares en los que se dan las condiciones necesarias para la preservación y fosilización los restos óseos de las diferentes especies del Pleistoceno, incluidas los de los humanos. Pero, por el momento, los restos de homininos encontrados en el norte de África conducen a pensar que en ese territorio evolucionó una población aislada del resto de las regiones de la cuenca mediterránea. Por supuesto, las evidencias paleontológicas irán llegando y la hipótesis del paso por Gibraltar perderá o ganará fuerza. Hemos de permanecer atentos a todas las posibilidades, sin descartar ninguna. Es lo correcto.
José María Bermúdez de Castro
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