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El juego

Hace unos días me sorprendió la pregunta de una periodista chilena: ¿se ha encontrado algún tipo de juguete en el registro arqueológico más antiguo de nuestra evolución? Ciertamente no se conoce ningún objeto en el Pleistoceno, cuya función tenga relación con el juego. Respondida la pregunta, la conversación derivó hacia un tema muy interesante: el juego de las especies que nos han precedido. Es bien conocido que las crías de los mamíferos sociales dedican buena parte de su tiempo al juego. Así que, aunque no podamos viajar al pasado, podemos imaginar escenas de juego en las diferentes especies de Australopithecus o en las del género Homo.

Para responder a nuestra curiosidad, tenemos una referencia actual importantísima: los chimpancés. Las crías de nuestros parientes vivos más próximos dedican buena parte de su tiempo al juego, entre ellas o con los adultos. Exactamente como lo hacemos nosotros. El juego les permitirá desarrollar aquellas habilidades que necesitarán cuando sean adultos. Siendo especies sociales, la interacción continuada entre los más pequeños es absolutamente imprescindible. Las crías han de aprender a interaccionar con otros miembros del grupo. Lo que practican como un juego, acabará por convertirse en una realidad social en su vida como adultos.

 

Para los chimpancés, como seguramente lo fue para todos nuestros ancestros, el juego es divertido. Los niños y niñas ríen y disfrutan con sus imaginaciones, sus carreras o montando en un columpio. Los chimpancés también disfrutan con sus actividades, y les delata las expresiones de su rostro o sus gritos, diferentes a los que emiten si existe un peligro. Con el juego aprendíamos a defendernos y huir de los predadores, a buscar comida, o a pelearnos. Es el preludio de lo que haremos al llegar a la vida adulta, pero a una escala diferente. Necesitamos vivir como seres sociales y el juego nos permite aprender ese comportamiento. No ha quedado rastro de los juguetes que pudieron utilizar nuestros antepasados en el Plioceno o en el Pleistoceno, pero a buen seguro que emplearon ramas de árboles en sus inocentes luchas, o para buscar comida en compañía de otras crías, como hacen hoy en día los pequeños chimpancés.

 

Quizá, la reflexión que podemos hacer sobre el juego tiene que ver con lo que sucede actualmente en nuestras sociedades modernas y desarrolladas. Los juguetes, tal y como los entendemos, fueron ideados por nuestra especie seguramente desde hace algunos miles de años. Ahora ya forman parte del negocio de una industria bien desarrollada. El problema es que muchos (si no la mayoría) de esos juguetes están pensados para el juego individual. Los niños y niñas tienden a jugar en grupo, porque ese comportamiento está en nuestros genes. Sin embargo, la sociedad acaba forzando el juego individual, con artilugios que fomentan la soledad. Sin duda, algo estamos haciendo mal y las consecuencias se verán en pocos años.

 

José María Bermúdez de Castro

 

 

 

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