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Una vez más dejamos por unas semanas el trabajo de despacho, laboratorio y ordenador y regresamos a los yacimientos. Estamos ante la cuadragésima campaña de excavación en los yacimientos de la sierra de Atapuerca y la trigésimo-sexta para quién escribe estas líneas. Es un tópico decir que parece que fue ayer cuando me enfrenté por primera vez al reto de excavar en uno de los yacimientos de este lugar mágico; pero así es.

Detalle de la excavación en el nivel TD10 de Gran Dolina. Foto del autor.

Cuesta trabajo adaptarse de nuevo a la rutina de campo. Pasaremos algo de frío durante las primeras horas de la mañana a 900 metros de altitud; especialmente si “sale el norte”, como se dice por estas tierras. A media mañana ya notaremos el calor y seguramente en demasía, como acostumbra los últimos años. El cambio climático no respeta ni el tradicional “fresco” de Burgos.

 

Las primeras semanas serán relativamente tranquilas, hasta que se incorpore el grueso de los excavadores el día 1 de julio. Desde ese momento, habrá que lidiar con la organización de más 150 personas excavando en ocho yacimientos, que se turnan en dos quincenas. Todo un reto, superado a base de experiencia. Al final de la campaña habrán pasado por estos yacimientos más de 250 personas de unas veinticinco nacionalidades diferentes. Gran oportunidad para compartir experiencias y practicar idiomas.

 

Como siempre, esperamos lo mejor de esta nueva campaña. Tras dos años de trabajo durísimo retirando toneladas de rocas y de limpieza exhaustiva, comenzarán las primeras intervenciones en el nuevo yacimiento de Cueva Fantasma. Apenas se podrá excavar en un pequeño sondeo, porque las obras de la cubierta que protegerá el yacimiento durante las próximas décadas se han iniciado a mediados de mayo. No es una obra menor, que ha necesitado de un proyecto arquitectónico planificado al milímetro y muy complejo por la propia ubicación del yacimiento. Las obras pararán durante el mes de julio, para que podamos tomar los primeros datos de los cortes estratigráficos a la vista. La excavación en extensión tendrá que esperar a 2019. Pero en arqueología no puede haber prisas. Hay que digerir la información antes de acometer el gran proyecto de Cueva Fantasma, que ya quedará para la nueva generación de investigadores que se forman en estos momentos.

 

La excavación del nivel TD10 de Gran Dolina llega a su fin. O eso esperamos. Casi sin darnos cuenta, han transcurrido casi veinticinco años desde que se empezó a excavar en este nivel, que ha proporcionado más de 300.000 restos fósiles y herramientas de piedra. En 2017, cuando los arqueólogos ya daban por terminada su labor en TD10 emergieron gran cantidad de bifaces, las herramientas por excelencia de la tecnología achelense. Así que los últimos 15 centímetros de espesor que aún quedan de este nivel pueden ser apasionantes -y eternos-, si su riqueza arqueológica es tan espectacular como en los tramos superiores. Y más abajo, sigue esperando el nivel TD6, que nos terminará por contar muchos secretos de la especie Homo antecessor. Un año más paciencia, para los que nos dedicamos a esto de la evolución biológica de nuestros antepasados del Pleistoceno.

 

Seguramente, también llegará a su fin el intento de encontrar más restos de los primeros europeos en los niveles inferiores de la Sima del Elefante. Demasiado trabajo desde que en 2007 apareciera la mandíbula más vieja del continente. Pero los humanos del Pleistoceno Inferior no frecuentaban las cuevas. Apenas se interesaban por ellas. Ahora ya sabemos que el hallazgo de aquel resto humano y un puñado de herramientas de sílex en el nivel TE9 de Sima del Elefante fue un golpe de suerte; una afortunada casualidad. Quizá en un futuro lejano, cuando se excave en extensión todo el yacimiento vuelvan a aparecer más evidencias de los humanos que vivieron en Europa hace más de un millón de años.

 

En fin, en los próximos posts iré contando en el blog novedades y anécdotas de la campaña de excavación que, como siempre, esperamos muy fructífera. El aire del campo y un poco de sol nos recargará las baterías para los meses de investigación.

 

José María Bermúdez de Castro