Mañana viernes, 19 de octubre, se entregarán en Oviedo los premios Princesa de Asturias. El biólogo sueco Svante Pääbo recibirá el premio de Investigación Científica y Técnica 2018. Se reconoce así una trayectoria vital dedicada a la ciencia, y que tanto está aportando al estudio de nuestros orígenes.
Hace tan solo tres décadas, la posibilidad de conseguir material genético de los fósiles era simplemente un sueño. Pero los sueños pueden hacerse realidad y Svante, uno de los fundadores de la paleogenética, ha hecho posible que hoy en día sepamos mucho más sobre nuestra genealogía. Svante tiene 63 años y un impresionante curriculum vitae a sus espaldas. Y, tal vez, su mayor mérito ha consistido en formar un equipo de jóvenes investigadores en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania). Seguramente, algunos de esos alumnos llegarán a superar a su maestro. Si es así, Svante será merecedor de premios mayores. No hay mayor éxito para un científico que dejar tras de sí una escuela de trabajo y de pensamiento. Son los hijos científicos, que honran con su trabajo a la figura de su maestro.
Svante Pääbo ya no firma en primer lugar la gran cantidad de publicaciones científicas que salen de su laboratorio. No lo necesita. Su nombre suele cerrar una larga lista de colaboradores en trabajos de revistas de gran prestigio. Algunos de sus alumnos también son ya primeras figuras en paleogenética, con muy pocos años de profesión. Svante ha creado escuela. Esta es una de las claves fundamentales para entender el salto gigantesco que se ha producido en el hallazgo, investigación e interpretación del ADN que nos han legado los fósiles, incluyendo el recuperado de los restos humanos de la Sima de los Huesos de Atapuerca.
Svante Pääbo no es persona que se prodigue en los medios para alimentar su ego. Cumple con su trabajo y disfruta de ello. Su sencillez es su grandeza. Y la apertura de un nueva y extraordinaria línea de investigación, enriquecida por muchos de sus alumnos más aventajados, su mayor legado. Es innecesario que en este post dedique espacio a glosar sus éxitos científicos, la mayoría bien conocidos por los lectores/as. Mi único propósito es rendir un sencillo homenaje a este investigador nacido en Estocolmo, que todavía tiene mucho que aportar al estudio de nuestros orígenes.
José María Bermúdez de Castro
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