El hallazgo de un trozo de fémur de un oso juvenil en el yacimiento de Divje babe I (Eslovenia) con cuatro perforaciones alineadas data de 1995. Los investigadores Ivan Turk y Janez Dirjec, que condujeron las excavaciones en este yacimiento entre 1990 y 1995, siempre expresaron sus dudas de que este resto fósil hubiera sido realizado por un ser humano con intencionalidad artística. Según estos investigadores, las cuatro perforaciones alineadas estarían relacionadas con la mordedura de algún animal.
Cómo expliqué en el post anterior, cuando se excava un yacimiento arqueológico con determinados prejuicios sobre las habilidades de quienes fueron responsables del registro recuperado en ese yacimiento, podemos equivocarnos en las interpretaciones. El yacimiento de Divje babe I está formado por varios metros de sedimentos, dispuestos en hasta 26 niveles geológicos bien organizados. Las dataciones realizadas en este yacimiento han revelado una antigüedad máxima en torno a los 100.000 años, en los niveles más profundos, y una antigüedad mínima en torno a los 35.000 años en los niveles 2 y 3. El nivel 8a, del que procede el fósil perforado, ha sido datado entre 54.000 y 58.000 años y ha proporcionado abundantes restos instrumentos de piedra atribuidos a la tecnología musteriense. En otras palabras, ese nivel se depositó tras el paso por la entrada de la cueva de grupos neandertales.
En 1995, la comunidad científica no estaba todavía preparada para admitir que los neandertales tuvieran habilidades artísticas. Los enterramientos intencionados no eran una evidencia suficiente para convencer a los expertos sobre una cierta capacidad simbólica de la mente de los neandertales. Es más, la posibilidad de que estos humanos realizaran trazos de pinturas abstractas en las paredes de las cuevas no cabía en el escenario que se planteaba a priori. Es por ello que el artículo científico publicado hace pocos meses sobre posibles manifestaciones artísticas de los neandertales en varias cuevas de la península ibérica recibió una crítica negativa casi inmediata.
Así que no puede extrañar que los propios descubridores de un posible instrumento musical realizado por un grupo de neandertales atribuyeran la presencia de los agujeros en el fémur de un oso a causas naturales. En 1997, Ivan Turk se atrevió por primera vez a plantear que aquel hueso podría haber sido perforado de manera intencionada por un ser humano. A ese trabajo siguieron nuevos estudios de Turk y otros colegas, admitiendo de manera clara que los neandertales pudieron haber fabricado un instrumento para producir sonidos musicales. Como los lectores podrán comprender, esa interpretación ha sido ignorada o contestada con duras críticas por otros colegas.
El último trabajo sobre este posible instrumento musical acaba de ser publicado en la revista francesa L´Anthropologie por Matija Turk, Ivan Turk y otros colegas. Antes de seguir, es interesante recordar que esta revista tiene escasa difusión en la arqueología anglosajona, que en la actualidad domina este ámbito científico. Sin embargo, el estudio está ahí y no se puede ignorar. La nueva investigación ha sido exhaustiva, incluyendo estudios experimentales. Se han realizado perforaciones en huesos de oso fresco con utensilios similares a los hallados en el yacimiento. El aspecto de los huesos experimentales ha resultado ser muy similar a los del fósil original. La reconstrucción del posible instrumento de manera artificial ha demostrado que era posible obtener sonidos musicales con un “instrumento musical” como el encontrado en la cueva de Divje babe I.
Ante estos resultados solo caben dos opciones: 1) considerar que toda la investigación en Divje babe I está equivocada, incluyendo las dataciones; 2) aceptar que los neandertales tenían capacidades artísticas inimaginables hace tan solo unas pocas décadas. ¿Por qué se les niega estas capacidades a estos humanos, incluyendo la posibilidad de pintar en las paredes de las cuevas? Si el registro arqueológico sigue dando evidencias de ciertas habilidades simbólicas de los neandertales, está claro que existen prejuicios interfiriendo con la realidad de los hechos.
Puesto que Homo neanderthalensis y Homo sapiens compartimos un antecessor común, que pudo vivir hace unos 800.000 años (según las estimaciones más optimistas) solo caben dos interpretaciones: 1) ellos y nosotros heredamos las mismas capacidades potenciales de ese ancestro; 2) adquirimos esas habilidades de manera convergente. Puesto que nuestro cerebro y el suyo tienen mucho en común, la opción 1 implicaría que las dos especies tendrían un potencial similar, que empezaron a manifestar de manera intensiva hace unos 50.000 años. Sin embargo, los neandertales desaparecieron antes de que nuestra especie desarrollara todo ese potencial en los últimos milenios.
La última época de los neandertales pudo ser terrible, con el intenso rigor de la última glaciación del Pleistoceno. Aun así, algunos grupos tuvieran tiempo para dejarnos testimonio de las posibilidades de su mente artística. No me cabe duda de que los refugios del Mediterráneo fueron la fuente de su inspiración.
José María Bermúdez de Castro
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