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El futuro no pinta bien

No me gusta ser pesimista en mis comentarios sobre el futuro, pero los expertos no paran de publicar sus conclusiones sobre lo que puede suceder con el clima en el planeta. En noviembre de 2018, K.D. Burke (Universidad de Wisconsin) y varios colegas publicaron en la revista PNAS sus conclusiones sobre el futuro del clima hasta el año 2150. Esta fecha nos queda lejos, aunque la podrán vivir nuestros nietos y bisnietos. Pero antes de esa fecha ya existen datos para años más próximos, como 2030 o 2050, que están a la vuelta de la esquina.

Primates del Eoceno. Fuente: Wikipedia

Estos investigadores han trabajado con modelos predictivos complejos elaborados por varias instituciones de USA, en los que las condiciones del calentamiento global se mantienen como en la actualidad. Ya sabemos que el clima ha variado de manera notable en épocas anteriores al Cuaternario, cuando el género Homo irrumpe en los ecosistemas terrestres con los inicios de la tecnología. Desde hace unos tres millones de años, el clima inició un lento y progresivo enfriamiento de varios grados de temperatura global media, que se ha visto interrumpido por el calentamiento actual de origen antropogénico. Ese enfriamiento fue suficientemente lento como para permitir la adaptación de varias genealogías humanas durante miles de años. Los parántropos, por ejemplo, tuvieron una trayectoria evolutiva de más de un millón de años. Y el género Homo pudo diversificarse, primero en África, más tarde en Eurasia, para recalar hace tan solo unos pocos miles de años en las Américas. Todo sucedió con gran lentitud, permitiendo la adaptación de las especies humanas a todos los ecosistemas. Tres millones de años más tarde, hemos llegado a ser más de 7.000 millones de seres humanos. Habitamos en todo el planeta y disponemos de tecnología para explorar las altas montañas, los desiertos más traicioneros y el fondo de los mares. Pero el precio de todo ello ha consistido en revertir la situación climática.

 

La vida en el planeta ha cambiado durante los últimos millones años y no será diferente en el futuro. Los cambios han sucedido a lo largo de cientos de miles de años, un tiempo suficiente para que las especies fueran evolucionando con enorme lentitud. Bien es cierto que se conocen varios períodos de extinción masiva por circunstancias extraordinarias, que son objeto de debate entre los especialistas. Ahora estamos ante una de esas circunstancias excepcionales, que puede cambiar la situación no en miles, sino en unas pocas decenas de años, sin tiempo para la adaptación. Por ejemplo, las simulaciones de Burke y sus colegas llegan a la conclusión de que dentro de poco más de un siglo podríamos tener un clima similar al del Eoceno, un período que comenzó hace unos 56 millones años y se dio formalmente por finalizado hace unos 34 millones de años. En un cierto momento del Eoceno se produjo un rápido calentamiento global por varias circunstancias, que incrementó la temperatura media de la Tierra hasta 7ºC. El hielo de los polos desapareció, dejando paso a un clima templado como el que disfrutamos en las latitudes medias. Los bosques tropicales avanzaron hasta latitudes próximas a la ciudad de París. Por supuesto, los cambios en la fauna y en la flora fueron extraordinarios, con extinciones masiva de plantas y animales.

 

El trabajo de Burke y colaboradores no deja de ser inquietante. Presenta modelos y simulaciones, aunque basadas en datos reales. Esas predicciones nos obligan a pensar en la necesidad de una gran revolución tecnológica en muy pocas décadas, cueste lo que cueste. Las dos primeras grandes revoluciones industriales, a caballo entre finales del siglo XVIII e inicios del siglo XX, culminaron con enormes cambios sociales, una modificación drástica en el estilo de vida y la primera guerra mundial. Ahora sobrevaloramos la tecnología humana, creyendo que todo se puede solucionar en pocos años. ¿Tendremos tiempo de revertir la situación? Estamos cómodamente instalados en un estilo de vida al que nos costaría mucho tiempo renunciar. Una especie de huida hacia delante, que no estamos dispuestos a cambiar con facilidad. Aun así, Somos protagonistas involuntarios de nuestra propia evolución sociológica. Solo tenemos que visualizar documentales de hace 30 o 40 años. Pero hoy en día, unas pocas décadas de lenta evolución tecnológica y social serían insuficientes para conseguir una adaptación óptima para los cambios que se avecinan.

 

Podemos resumir nuestro futuro próximo en dos alternativas: 1) cambio muy rápido en el estilo de vida, con la aplicación de nuevas tecnologías y un alto coste económico de consecuencias imprevisibles para una parte de la población? y 2) cambio relativamente lento, de consecuencias imprevisibles para toda la población del planeta.

 

El estudio de la historia de la vida y de la tierra nos explica que nada es inmutable. Nuestra capacidad de reacción biológica sería incapaz de soportar los cambios que anuncian los modelos de los expertos. Nuestra adaptación técnica nos hace más resistentes. Pero ¿cuánto?

 

José María Bermúdez de Castro

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