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Las montañas de Altai, en Siberia, poseen uno de los yacimientos arqueológicos más privilegiados del planeta. Y no por el hecho de haber proporcionado cientos de fósiles humanos, sino por ser una de las fuentes más importante de ADN antiguo. Aun sin conocer el aspecto que pudieron tener los humanos que habitaron la cueva de Denisova hace miles de años, los llamados “Denisovanos” forman parte de la familia humana, casi con la categoría de especie. El respeto, culto, casi fetichismo que tenemos hacia el material genético que condiciona la existencia de todos los seres vivos es tal, que solo con los fragmentos extraídos de varios restos fósiles humanos encontrados en el yacimiento de la cueva de Denisova hemos construido una verdadera leyenda sobre los enigmáticos Denisovanos. Y, precisamente, la ausencia de un retrato verdadero y auténtico de estos humanos, contribuye al mito.

Fuente. ScienceDaily.

Pero la ciencia no debe alimentarse de mitos y leyendas, sino de datos sobre los que trabajar. La revista Nature publicó la semana pasada dos artículos sobre el yacimiento de Denisova, una prueba más del interés que este asunto ha suscitado en la sociedad. Escribiré solo acerca del artículo firmado por once investigadores, liderados por Zenobia Jacobs y Richard G. Roberts, de la Universidad de Wollongong (New South Wales, Australia). Estos investigadores han obtenido un centenar de dataciones mediante el método de luminiscencia de los tres depósitos sedimentarios de la cueva. Las tres secuencias, situadas en la cámara Principal, en la cámara Sur y en la cámara Este, ya habían sido datadas. Pero los resultados mediante C14 estaban en el límite de las posibilidades de este método (50.000 años). Las dataciones obtenidas mediante termoluminiscencia tenían problemas de interpretación y los análisis del magnetismo remanente de los sedimentos han sido cuestionados. Así que esas nuevas 100 dataciones han venido a ordenar de manera clara la secuencia de las tres secuencias sedimentarias.

 

Los autores presentan una estratigrafía impecable de las tres secuencias, situando todos los hallazgos en su lugar correspondiente. Los niveles más altos de la estratigrafía del yacimiento (y, por tanto, los más modernos) tienen una datación límite de 20.000 años. Pero esos niveles carecen de información arqueológica. La cueva fue habitada hace entre 300.000 y 55.000 años. Es decir, los humanos que la habitaron vieron transcurrir tres glaciaciones y dos períodos interglaciares.

 

A tenor de las dataciones previas y de las secuencias genómicas obtenidas se puede inferir que la cueva pudo ser habitada de manera alternativa por Denisovanos y Neandertales. Los dos grupos humanos tendrían un ancestro común, que vivió hace unos 400.000 años de acuerdo con la comparación entre sus respectivas secuencias genómicas. En un momento de la historia de la cueva, Denisovanos y Neandertales hibridaron, dejando descendencia fértil. Este último escenario de la historia fue motivo de un artículo también publicado por la revista Nature, cuando se secuenció el genoma de una chica, hija de padre Denisovano y madre Neandertal. Los datos genéticos más recientes corresponden a Denisovanos puros. Finalmente, estos humanos habrían emigrado hacia el sur dejando su huella genética en ciertas poblaciones de Melanesia.

 

Las dataciones realizadas en los tres depósitos han ordenado las secuencias genómicas recuperadas, dibujando una historia compleja y difícil de desentrañar. Las dataciones sugieren el siguiente orden para el ADN encontrado (de más antiguo a más moderno):

 

  • Denisovano
  • Denisovano
  • Neandertal
  • Neandertal
  • Híbrido
  • Neandertal
  • Neandertal
  • Denisovano
  • Neandertal
  • Neandertal
  • Denisovano
  • Denisovano

 

Pues, ¡vaya lío! Todo parece indicar que, efectivamente, unos y otros se alternaron en la ocupación de la cueva y en alguna ocasión la compartieron. Ante esta extraña alternancia, a todos nos encantaría conocer el aspecto de los Denisovanos y comprobar cuan distintos eran de los Neandertales como para tenerlos como un grupo bien diferenciado, que casi hemos elevado a la categoría de especie.

 

La imagen que acompaña al texto nos muestra mediante colores, simples y mezclados, una posible explicación coherente. Las poblaciones más próximas entre sí iban y venían, quizá hibridando entre ellas de manera circunstancial. Además de las hibridaciones con Homo neanderthalensis y con Homo sapiens, esa imagen sugiere también hibridación entre Denisovanos y Homo erectus. Si realmente fue así, aún habría que mitificar aún más a los Denisovanos, que no habrían tenido remilgos con ninguna especie próxima.

 

La explicación más lógica es que Neandertales y Denisovanos fueron realmente muy similares. Quizá tanto, que sería prudente esperar a que la madeja esté completamente desenredada antes de seguir alimentando el mito.

 

José María Bermúdez de Castro